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Resiliencia en personas con alta sensibilidad (PAS)

La palabra resiliencia está de moda. Sin embargo, no se trata de un concepto nuevo, sino que proviene de la física y la mecánica, refiriéndose a la capacidad de los metales de resistir un impacto y recuperar su estructura original, habiendo sido adaptado después a la psicología, la sociología, la medicina social y la intervención social con un significado muy parecido al etimológico: esto es, reanimarse, resurgir, rebrotar o avanzar, tras haber sufrido una situación traumática. 

 

Al parecer, el concepto psicológico de resiliencia, tal y como lo conocemos hoy, nace en los años 80 del siglo pasado, en un intento por entender las causas y la evolución de las psicopatologías. Fue la psicóloga Emmy Werner la que lo utilizó por primera vez en un estudio longitudinal llevado a cabo desde la etapa prenatal hasta la edad de 32 años, entre los niños y niñas que eran los patitos feos de familias pobres de los bajos fondos de la isla hawaiana de Kahuai. Wermer se fijó en aquellos casos en que esos niños llegaron a ser adultos que se adaptaron positivamente, aun habiendo vivido situaciones de gran adversidad en la infancia. 

 

En un primer momento, se pensó que solo podía etiquetarse a una persona como resiliente cuando ya se había adaptado positivamente, con lo cual lo único que se podía investigar eran los factores que habían posibilitado esa adaptación. Sin embargo, una segunda generación de investigadores considera que la resiliencia es un proceso que puede ser promovido o favorecido y, por lo tanto, se esfuerzan por identificar las dinámicas presentes en el proceso resiliente, para que puedan ser repetidas en contextos similares. 

 

Aunque los inicios de las investigaciones giraron en torno a la infancia, el estudio actual de la resiliencia se extiende a todo el ciclo vital, es decir, cualquier persona en cualquier etapa de su vida puede superar y salir fortalecido de una situación traumática. La idea es que todos podemos ser resilientes, si bien cada persona, por sus características y circunstancias, es diferente al resto y lo que sirve para uno puede no servir a otro. 

 

La resiliencia se refiere, entonces, a la posibilidad de la reconstrucción humana. 

 

Me gusta mucho la metáfora de la creación de una perla en una ostra. Si un granito de arena entra en su interior, agrediéndola, la ostra se protege segregando nácar y produciendo una perla preciosa. 

 

 

Resiliencia y Alta Sensibilidad

 

En el caso de la alta sensibilidad, debemos partir del concepto de susceptibilidad diferencial, esto es, niños altamente sensibles con una buena infancia llegan a ser adultos con menos problemas. Sin embargo, los niños con una infancia difícil tienen muchas probabilidades de presentar más problemas en su vida. Es aquí donde nos interesa el concepto de resiliencia como proceso que puede promoverse en cualquier etapa de la vida. 

 

El hecho de que una PAS haya tenido una infancia difícil o incluso traumática no significa que no pueda llegar a la vida adulta habiendo superado adversidades y saliendo fortalecida. 

 

En este sentido, una PAS en cualquier etapa del ciclo vital que no sea la infancia, también puede trabajar su resiliencia para resurgir tras un evento traumático o una adversidad.  

 

¿Cuáles son entonces los factores que promueven o facilitan el proceso de resiliencia? 

 

La mayoría de los autores (E.H Grotberg, A. Forés, etc), coinciden en señalar los siguientes: 

 

  1. La fuerza interior, referida a los apoyos internos que conforman nuestro temperamento, esto es, aquellos elementos positivos de nuestro carácter. 
  2. Los factores de apoyo externo, o lo que es lo mismo, los apoyos de familiares, amigos o servicios institucionales. 
  3. El factor social, es decir, la interacción con otros.  

 

Es evidente que una persona con alta sensibilidad, que presenta un procesamiento más profundo de la información, una emocionalidad más intensa, sensibilidad para las sutilezas, y que, como resultado de los anteriores, experimenta una mayor sobreestimulación, también tendrá una vivencia del trauma o la adversidad más intensa y profunda.

 

Sin embargo, debemos rescatar también la idea de que una PAS se beneficiará más que el resto de cualquier circunstancia positiva e incluso de un proceso terapéutico. 

 

Trabajar la resiliencia significa trabajar con las potencialidades, con las fortalezas, con los recursos existentes. Supone cambiar la mirada de las necesidades y la enfermedad a la prevención y promoción, basadas en los recursos y capacidades humanas. Solo tenemos que orientar esa mirada hacia las fortalezas y potencialidades que otorga el rasgo de alta sensibilidad para tener una idea de cómo debe orientarse ese proceso resiliente. 

 

Los factores de apoyo externo y social, como podemos imaginar, son muy importantes. Somos seres relacionales y en la relación con otros donde sanamos. En este sentido, es fundamental crear o buscar redes de apoyo, como puede ser un grupo de PAS que hayan pasado por situaciones similares y, por supuesto, el apoyo incondicional de un familiar o amigo si es posible. 

 

Por su parte, los factores internos* que favorecen el proceso de resiliencia y que una PAS debe trabajar a lo largo de este proceso, son:

 

  • La confianza en que algo nuevo es posible: un nuevo comienzo, recuperar la confianza en la vida, en los demás, etc. 
  • La autoestima como autocuidado, prestando atención a las propias necesidades y sentimientos.  
  • El autoconocimiento, entendido como conocimiento lo más profundo posible del rasgo, así como el arte de mirarse dentro, de hacerse preguntas y responder de forma honesta.
  • La capacidad para establecer límites con respecto a los factores estresantes o problemáticos, ya sean situaciones o personas. 
  • Las habilidades sociales y la capacidad de relacionarse y establecer vínculos con otras personas. 
  • El humor, que permite encontrar un punto medio entre la tragedia y la comedia, y produce bienestar. 
  • La creatividad, como la capacidad de abrirse a las nuevas experiencias, a nuevas posibilidades. 

* Basados en los pilares de la resiliencia individual (Forés y Grané, 2011). 

 

Como podemos comprobar, algunos de los factores mencionados son capacidades o fortalezas que una PAS posee, como la creatividad, el humor, y otros que es necesario desarrollar, como la autoestima, la capacidad para poner límites sanos, el autoconocimiento, etc. 

 

Ya comentábamos en otra entrada del blog la importancia de la resiliencia también para hacer frente a los pensamientos rumiativos en las personas con Alta Sensibilidad, te recomendamos que tambén puedas leer esa entrada.

 

Hemos recalcado lo que una PAS puede trabajar en su proceso de resiliencia, pero no podemos ni debemos olvidar que la resiliencia tiene una naturaleza sistémica, siendo el fruto de la interacción entre diversos sistemas: las características personales, la familia y escuela, la comunidad y todos los sistemas sociales y culturales. 

 

Como señaló Viktor Frankl en El hombre en busca de sentido, el ser humano, incluso en las condiciones más extremas de deshumanización y sufrimiento, puede encontrar un sentido a su existencia. Este sentido no es algo que se pueda adquirir individualmente, sino que se construye socialmente. Es la comunidad, la cultura, la que ha de dotar de una significación a los sucesos traumáticos, reconociéndolos, hablando de ellos, para que, de este modo, las personas que han vivido un acontecimiento traumático o adverso, puedan resurgir a la vida.   

 

Bibliografía sobre resiliencia:

  • Forés, A y Grané, J., (2011), La resiliencia. Crecer desde la adversidad. España, Plataforma Editorial. 
  • Manciaux, M. (comp), (2010), La resiliencia: Resistir y rehacerse, España, Editorial Gedisa. 
  • Frankl, V., (2015), El hombre en busca de sentido, España, Editorial Herder. 

 

Ana Curto

Terapeuta y trabajadora social.

Master en inteligencia emocional y especialista en Alta Sensibilidad 

anacurto.com

 

Imagen: Karim Manjra (Unsplash).

Os presentamos esta traducción de un artículo de la web http://www.sensitivityresearch.com, dedicada a la divulgación de la investigación relacionada con el rasgo de la alta sensibilidad de una manera simple y entendible por cualquiera. Es una web que se estrenó hace poco, y desde la APASE iremos traduciendo artículos que nos parecen de interés general. La web es una iniciativa del Dr. Michael Pluess y su equipo. La traducción ha sido realizada por Karina Zegers de Beijl.

 

1 de noviembre de 2020 – Por el Dr. Robert Keers y el Dra. Elham Assary

 

Acerca de los autores

Robert Keers fue profesor de psicología en la Universidad Queen Mary londinense. Su investigación tuvo como objetivo entender cómo tanto los genes como el entorno influyen en el desarrollo y tratamiento de la ansiedad y de la depresión. Para obtener una respuesta a su pregunta optó por un enfoque interdisciplinario y utilizó una gama de métodos, desde genómica humana, modelos animales y la farmacogenómica, hasta grandes estudios de control de casos, de gemelos y estudios realizados por colegas.

Elham Assary es investigadora postdoctoral en la Universidad Queen Mary de Londres. Su investigación tiene como objetivo entender cómo la interacción entre los genes y el entorno (medio ambiente) influye en el desarrollo de la psicopatología o la resiliencia a la misma. Su investigación actual utiliza una serie de métodos genéticos conductuales y moleculares para investigar qué factores genéticos se relacionan con las variaciones en la sensibilidad a los entornos positivos y negativos y cómo afectan a los resultados de tales exposiciones ambientales.

 

Resumen

Realizamos un estudio genético de la sensibilidad ambiental utilizando un enfoque novedoso que involucra a gemelos idénticos. Usando estos hallazgos, pudimos estimar la propensión genética a la sensibilidad ambiental en dos muestras adicionales y mostramos hallazgos que eran consistentes con las teorías de la sensibilidad. Específicamente, los niños altamente sensibles se vieron afectados desproporcionadamente por experiencias positivas y negativas y respondieron de manera diferente al tratamiento psicológico.

 

Información de antecedentes

Las teorías de sensibilidad sugieren que los genes explican por qué algunas personas son más sensibles que otras [1;2], y nuestro reciente estudio de gemelos apoya esta idea [3].

A pesar de esto, nuestro conocimiento de la genética de la sensibilidad es todavía limitado. La sensibilidad es un rasgo complejo causado por los efectos acumulativos de cientos, si no miles, de diferencias genéticas. Esto representa un gran desafío para los estudios genéticos moleculares.

Esto significa que para detectar todos los genes implicados en la sensibilidad, tendríamos que medir cuidadosamente todos los entornos positivos y negativos en la vida de un gran grupo de individuos y probar cómo su respuesta a estas experiencias está relacionada con (millones de) diferencias genéticas.

Sin embargo, un nuevo método que usa gemelos idénticos puede proporcionarnos un atajo a los genes sensibles. Como son genéticamente idénticos, cualquier diferencia entre gemelos idénticos es el resultado de diferencias en sus experiencias.

Estas diferencias son exageradas aún más por la sensibilidad. Por ejemplo, imagine un par de gemelos idénticos con alta sensibilidad con un elevado número de genes de sensibilidad. Uno de los niños de la pareja es acosado en la escuela, mientras que su co-gemelo tiene una experiencia escolar relativamente positiva.

Las teorías de sensibilidad predicen que estos gemelos crecerán para ser muy diferentes entre sí. El gemelo expuesto a la adversidad (bullying) se verá afectado desproporcionadamente por esto y puede desarrollar síntomas de depresión o ansiedad, mientras que su co-gemelo se beneficiará desproporcionadamente de su experiencia positiva en la escuela y tendrá un alto bienestar psicológico.

Ahora imagínense un par de gemelos con muy baja sensibilidad que lleve pocos genes de sensibilidad. Como no se ven afectados por entornos positivos o negativos, estos gemelos crecerán para ser muy similares entre sí, incluso si tienen experiencias diferentes.

Con esta lógica, las diferencias dentro de la pareja de gemelos en un resultado determinado, podrán ser utilizados como medida indirecta de la sensibilidad ambiental. Es importante destacar que este resultado simple puede ser aplicado a los datos de todo el genoma para buscar genes de sensibilidad, sin la necesidad de medir el entorno o probar interacciones complejas entre genes y entornos.

 

Cómo se llevó a cabo el estudio

Realizamos el primer estudio de asociación genómico (GWAS) para aplicar este método con un enfoque en problemas emocionales en alrededor de 1.000 pares gemelos idénticos de 12 años de edad, del Estudio de Desarrollo Temprano de Gemelos (TEDS) [4]. Utilizamos estos hallazgos para crear una Puntuación Poligénica de Sensibilidad al Entorno(PGSSE) en dos muestras no relacionadas.

La puntuación poligénica refleja el nivel de sensibilidad de un individuo basado en su genotipo. Usando esta puntuación genética exploramos si los efectos de la crianza en problemas emocionales, o en la respuesta a la terapia psicológica para la ansiedad, diferían dependiendo de la sensibilidad genética de un individuo.

La información sobre la crianza de los hijos y los problemas emocionales de los niños se recopilaron a través de cuestionarios rellenados por los candidatos mismos. Los datos sobre la respuesta al tratamiento para niños con trastorno de ansiedad incluyeron el tipo de terapia que el niño recibió: terapia individual, en grupo o dirigido por padres.

 

Principales hallazgos

Nuestros hallazgos fueron consistentes con una explicación poligénica de la sensibilidad ambiental. Es decir, la sensibilidad fue causada por los efectos acumulativos de miles de diferencias genéticas. Nuestros hallazgos también fueron consistentes con las teorías de la sensibilidad.

Específicamente, en individuos con baja sensibilidad genética, la crianza tuvo poco efecto en los problemas emocionales. Por el contrario, en aquellos niños con alta sensibilidad genética, la crianza negativa fue un factor de riesgo significativo para los problemas emocionales, mientras que la crianza positiva tuvo un carácter protector (ver Figura 1).

La sensibilidad genética también se relacionó con la respuesta diferencial a los tratamientos psicológicos en niños con trastornos de ansiedad. Específicamente, los niños con alta sensibilidad genética respondieron mejor a la terapia individual, moderadamente bien a la terapia de grupo, y relativamente mal a la terapia dirigida por los padres. Por el contrario, aquellos con baja sensibilidad genética respondieron igual de bien a cada tipo de tratamiento.

Estos efectos fueron potencialmente clínicamente significativos. Para los que se encuentran en el tercio superior de las tasas de remisión por sensibilidad ambiental fueron del 70,9%, 55,1% y 40,6% para terapia individual, terapia de grupo y terapia breve dirigida por los padres, respectivamente.

Estos hallazgos sugieren que para aquellos con una sensibilidad genética relativamente baja hacia el entorno, los tratamientos menos costosos tienen la misma eficacia que el más costoso tratamiento individual.

 

Conclusiones

Encontramos que la sensibilidad genética influye tanto en la respuesta a la adversidad como en los tratamientos psicológicos. Los niños genéticamente sensibles se vieron más afectados negativamente por la crianza negativa, pero también se beneficiaron más de la crianza positiva, en comparación con aquellos con una baja sensibilidad genética.

Los niños genéticamente sensibles con trastornos de ansiedad también se vieron más afectados por el tipo de terapia que recibieron, respondiendo mejor a una terapia más intensiva individual.

Los resultados de nuestra investigación podrían tener importancia de cara a la prevención y el tratamiento de problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión. La puntuación genética de un individuo podría utilizarse para la medicación personalizada y para decidir sobre el tratamiento más eficaz de un paciente determinado, o para estrategias preventivas dirigidas a aquellos con mayor sensibilidad genética a la adversidad.

También puede proporcionar nuevos conocimientos sobre los mecanismos biológicos subyacentes a la resiliencia y la respuesta al tratamiento, y proporcionar nuevos objetivos terapéuticos.

A pesar de estos nuevos hallazgos alentadores, la investigación podría mejorarse aún más. Por ejemplo, una muestra sustancialmente mayor de pares gemelos idénticos produciría una puntuación de sensibilidad genética más precisa.

Recientemente recibimos fondos del Wellcome Trust para crear la genética del Consorcio de Sensibilidad Ambiental (GenSEC) reuniendo a más de 20.000 gemelos idénticos con datos genéticos. Esta muestra muy grande nos permitirá replicar y refinar la puntuación de sensibilidad genética, y explorar si las variantes genéticas que aumentan la reacción al entorno (medio ambiente) funcionan de manera similar en todos los trastornos y edades.

Referencias:

  1. Belsky, J., & Pluess, M. (2009). Beyond diathesis stress: differential susceptibility to environmental influences. Psychological Bulletin, 135(6), 885-908. doi: 10.1037/a0017376
  2. Ellis, B. J., Boyce, W. T., Belsky, J., Bakermans-Kranenburg, M. J., & van Ijzendoorn, M. H. (2011). Differential susceptibility to the environment: an evolutionary-neurodevelopmental theory. Development and Psychopathology, 23(1), 7-28. Doi: 10.1017/S0954579410000611
  3. Assary, E., Zavos, H.M.S., Krapohl, E. Keers R. & Pluess, M. (2020). Genetic architecture of Environmental Sensitivity reflects multiple heritable components: a twin study with adolescents. Mol Psychiatry https://doi.org/10.1038/s41380-020-0783-8
  4. Keers R, Coleman JR, Lester KJ, et al. (2016). A Genome-Wide Test of the Differential Susceptibility Hypothesis Reveals a Genetic Predictor of Differential Response to Psychological Treatments for Child Anxiety Disorders. Psychother Psychosom, 85(3):146‐158. doi:10.1159/000444023